Hola, mi nombre es Bartimeo. Cuando nací, tenía una buena salud, buen peso, la estatura adecuada, aparentemente un niño sano. Solo tenía un problema, que fue descubierto luego de algún tiempo: yo había nacido ciego.
El dolor en mi familia era muy grande. Mis padres lloraban mucho, ya que en mi país el hecho de que alguien nazca ciego o con algún otro defecto o enfermedad es sinónimo de castigo divino por algún pecado. Esto era motivo de gran vergüenza para la familia.
Cierto día, mis padres tomaron una decisión que cambiaría el resto de mi vida. Fue así como me dejaron abandonado a las puertas de la ciudad de Jericó. Apenas tenía cinco años cuando todo esto pasó.
Fue muy duro. Al principio no entendía nada, pensaba que iban a regresar por mi, que todo esto era un error. Sin embargo no era así. Empezó a hacerse tarde, lo sé porque el ir y venir de las personas iba menguando, ademas la temperatura empezó a bajar, el frío penetraba hasta lo más hondo de mí, incluso los huesos me empezaron a doler, empecé a tener hambre, no había comido nada en horas. Pero lo peor de todo es que me sentía solo y confundido. Así fue mi primer experiencia lejos de todo cuidado y compañía.
Al día siguiente me levanté con muchas esperanzas de que mis padres llegaran y me llevaran nuevamente a casa, pero eso nunca pasó. Los volví a esperar al día siguiente, y al siguiente y al siguiente, pero nunca volvieron por mi. Empecé a entender lo que pasaba.
Entonces comencé a pedir limosnas. Mucha gente entraba y salia cada día de Jericó, así que estar a la puerta de la ciudad era ventajoso, a veces. Muchas veces lo que me daban de caridad no me alcanzaba para comer. !Cuantas veces me acosté sin comer nada! Así fue pasando el tiempo, y entre limosna y limosna me fui acostumbrando a mi nueva vida. Pasaron los días, meses, años, y yo ya había perdido toda esperanza. Moriría pidiendo limosnas a las puertas de Jericó.
Un buen día, escuché hablar de un hombre de Nazareth que según decían era capaz de hacer muchas sanidades milagrosas. Decían que hacia hablar a los mudos, que los cojos andaban, que los paralíticos se podían mover, que resucitaba muertos, que un hombre con la mano seca había recuperado la movilidad, una mujer encorvada había sido sanada, y muchos milagros más, incluso había devuelto la vista a ciegos. Algunos creían que era uno de los profetas que había vuelto a la vida, otros afirmaban que se trataba de Elías, y un pequeño grupo estaba convencido de que este era el Cristo que había sido prometido.
Necesitaba estar cerca de él, pero mi ceguera me lo impedía. Así que continué pidiendo limosnas, pero cada día rogaba que Jesús pasara por Jericó. Hasta que un día Dios me escuchó: Jesús estaba en la ciudad, !estaba en Jericó!
Esperé pacientemente a que saliera para poder acercarme a él y pedirle que me sanara. De repente, mucha gente empezó a salir de Jericó. Como me pareció raro que muchos salieran juntos, pregunté por qué tanto alboroto. Me dijeron que Jesús estaba saliendo de Jericó. Cuando escuché esto me puse muy triste. Había esperado tanto tiempo para estar cerca de Jesús, y ahora que había estado en Jericó se estaba marchando y no había podido estar con él. Las lagrimas corrían por mi rostro, sería ciego para siempre, moriría siendo ciego, a menos que...
Me puse de pie y empecé a gritar: "Jesús, hijo de David, ten misericordia de mí" La multitud que seguía a Jesús me reprendía para que me callara, pero yo no estaba dispuesto a quedarme ciego hasta morir, así que gritaba con más fuerza: "Jesús, hijo de David, ten misericordia de mi"
En ese momento Jesús se detuvo, y mando que me llevasen ante él. !Qué emoción la mía!
- ¿Qué quieres que te haga? - me preguntó Jesús
Estoy seguro que Jesús sabia lo que yo quería, pero él deseaba que yo se lo pida.
- Señor, quiero ver - fue mi respuesta - quiero recibir la vista.
- Recíbela - me contestó Jesús.
En ese preciso momento pude ver. Veía los arboles, los animales, la luz del sol, a las personas, pero lo más importante, podía ver a aquel que me dio la vista, a Aquel que me dio todo. Empecé a seguir a Jesús cantando y dando gloria a Dios.