En Romanos 1: 14 – 17 el apóstol Pablo menciona tres actitudes suyas frente al evangelio. Actitudes que hoy en día son muy difíciles de encontrar en nuestras iglesias.
Pablo dirá:
Soy deudor (v.
14)
Pronto estoy
(v. 15)
No me avergüenzo
(v. 16)
En esta ocasión, me gustaría que me acompañe estudiando la primera
actitud de Pablo con respecto al evangelio: soy deudor.
Podemos hablar acerca de dos formas de endeudarse. La primera, es cuando yo le pido a alguien
que me preste dinero. Yo quedo en deuda
con esa persona. La segunda forma de
endeudarse es recibiendo un dinero de alguien para que yo se lo de a un
tercero.
Es en esta segunda forma en que Pablo dice que está en deuda. El Evangelio le fue confiado a Pablo para que
se lo entregue a los romanos. Dios le
había confiado el evangelio (1 Tesalonicenses 2:4; Gálatas 2:7; 1 Timoteo 1:11)
para todas las personas.
De igual forma, ustedes y yo, si es que el evangelio ha llegado a
nosotros, estamos en deuda con las personas que nos rodean. No tenemos derecho a quedarnos con el
evangelio reservado para nosotros. El
evangelio tampoco es para monopolizarlo, hacer un negocio de él. Las buenas noticias son para ser compartidas.
¿Le gusta tener deudas? ¿Cómo
se siente cuando está endeudado? Así
mismo, debemos de estar ansiosos por saldar nuestra deuda con la humanidad.
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