Estos días, las noticias de gran
parte del mundo, han reportado el tiroteo suscitado el 14 de febrero en la
Escuela Secundaria Marjory Stoneman Douglas de Parkland, Florida. Entre las 17 víctimas mortales figuran los
héroes.
Aaron Feis, es quizá el más
reconocido. Según testigos, usó su
cuerpo como escudo humano para proteger a sus alumnos. Corrió al lugar del que provenían las balas,
protegió a sus alumnos y recibió los disparos en lugar de estos. Alguien dijo de Feis: “murió de la misma
forma que vivió: se puso a él en el segundo lugar.”
Los otros dos héroes son Scott
Beigel, profesor de Geografía; y Peter Wang, un estudiante de 15 años. Tanto el profesor como el alumno, en lugares
distintos, mantenían las puertas de aulas abiertas para permitir el ingreso de
los estudiantes que huían del tiroteo.
Ambos murieron alcanzados por las balas pero protegiendo a otros.
Mi corazón se conmueve al conocer
estos testimonios. A la vez que me lleva
a reflexionar en lo que movió a estos tres héroes a arriesgar sus vidas para
salvar la de otros. ¿Qué les llevó a ser
escudos humanos? ¿Por qué permanecer en
la puerta, mientras otros se refugiaban en la seguridad de las aulas?
Varias pudieron haber sido las
motivaciones, desde cumplir con el deber, hasta proteger a un amigo muy
querido. Pero hay una que creo que engloba
a todas las posibles motivaciones. Esa
motivación es el amor.
Jesús dijo “nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus
amigos.” (Juan 15:13 RVR 1960). Unos
minutos antes, Jesús había dado un mandamiento muy importante a sus discípulos:
“que se amen unos a los otros. Así como yo los he amado, también ustedes
deben amarse los unos a los otros” (Juan 13:34 NVI). El amor de Cristo por nosotros se demostró en
su máxima expresión cuando estaba colgado de aquel madero en el Gólgota;
entonces, así es como debemos amarnos los unos a los otros, al punto de estar
dispuestos a dar nuestras vidas en favor de los demás.
- ¿Estaría dispuesto a donar su corazón para salvar a un amigo/a?
- Sus bienes, su trabajo ¿Son un fin a alcanzar o un medio para bendecir a otros?
- ¿Qué hay de su tiempo? ¿Cómo administra su tiempo para beneficiar a los demás?
- ¿Llevaría, a las 3h00, a un vecino enfermo que necesita llegar a urgencias, aun cuando eso le signifique no dormir el resto de la madrugada?
Amarnos los unos a los otros a la
manera de Jesús implica salir de nuestra zona de confort, significa
incomodarnos nosotros, para acomodar a nuestro prójimo. Amar a la manera de Jesús significa ponerse a
sí mismo en segundo lugar, para poner a los demás en un lugar de preferencia. Sigamos el ejemplo de Jesús, amémonos los
unos a los otros, al extremo de poner nuestra vida en favor de otros.